viernes, 11 de abril de 2008

La señora Dalloway. Virginia Woolf.


Gracias a G. llegué a Virginia Woolf. Primero lo hice mediante la película Las horas, y al momento con la lectura partida de este breve libro, editado en Lumen.
Numerosas lecturas pueden hacerse de Ms Dalloway. Una sería aquella que ve en ella una obra burguesa por antonomasia y recuperadora del afán modernista, de realización personal en lo artístico, que tendría en Joyce y Pound dos ejemplos didácticos. Realmente uno lee algo ya aprehendido, algo asumido en el Ulises. Por tal motivo, el logro de Woolf se reduce seguramente a ser una prolongación del afán individualizante de las letras de final del XIX y principios del XX. Y sin embargo no es poco. En absoluto.
Con la obra de Virginia Woolf se asume lo que Joyce dejó entredicho; con ella se entiende, se comprende, se capta, es más, incluso se disfruta como nunca cuando los tiempos se trasbasan y los personajes se regiran en bucles de ida y venida. Además sus espirales, sus huidas no dejan de ser escapes semánticos, y no sintácticos. Vuelca la historia en escenas que van y vienen, pero en su estancamiento. Es la narración la que se mueve y no la historia en sí. Ello hace que sea entendible, en comparación a un Faulkner por ejemplo, pero también en su detrimento - seguramente otra característica burguesa: el querer ser en todo momento entendible, aprehensible por la lectora.
Resulta curiosa esa mitad de camino recorrido en una mujer tan modernista como ella. Seguramente su férrea educación y su sempiterna melancolía familio-paterna tuvieran algo que ver. Y no lo digo por afanes psicoanalistas. Lo digo por su pretensión social. ¿No es la fiesta excusa del libro un buen ejemplo? Un querer volar sin salir de casa.
No obstante, si se toman esos límites como un síntoma de coherencia, de límite prestablecido por Woolf misma, podemos disfrutar de uno de los mejores libros que he leído últimamente.
A mayor profundidad se puede entrever la manía burguesa de estetizarse clasísticamente a sí misma. La dualidad de Virginia Woolf, ¿acaso no puede asemejarse a la dualidad liberadora-normalizadora de la burguesía? Seguramente sí. La señora dalloway pues como una obra adolescente - no en su escritura, obviamente, el estilo es maravilloso - pero sí en su anhelo de pretender ser una individualidad y al mismo tiempo res pública.
Una cosa está clara. Es sugerente. Un gran libro con el que moverse entre las lindes de la estética, la crítica literaria marxista, el afán modernista y la individualidad de una mujer excepcional.