viernes, 6 de julio de 2007

Kafka en la orilla. Haruki Murakami



Murakami es de los pocos autores que se encuentran en su salsa en una tesitura de marcado raigamble psicologista. Sus novelas siempre son una trayectoria de crecimiento personal, de aventura espiritual metaforizada en aventuras de lo más fantásticas. De los tres que le he leído, Toquio Blues, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo y Kafka en la orilla sigo quedándome con el segundo - el más tocho, por cierto- ya que en él tenemos algo propio de Murakami pero sin exceso, algo que sí se puede criticar en su última novela.
La novela se devora. Siempre me pasa con lo japonés. Una escritura veloz, de escasas metáforas estilísticas, un vaivén de personajes - algo criticables en su perfectabilidad en esta ocasión. Todo se amalgama en una historia muy simbólica, de doble trama con final convergente - como exige el canon novelístico más tradicional y que Murakami sigue. En definitiva, Kafka en la orilla no deja de ser una versión del complejo de Edipo.
La novela me ha gustado, pero hay un pero. Y es una objeción que quizá no sea tanta, pues es mi obligación reconocer que la hago desde el desconocimiento cronográfico. La caracterización psicológica de Murakami es una de sus mayores características. Sin embargo a mi parecer esta novela peca de ser cierto collage de las anteriores. Me ha sonado mucho a la Crónica. Y lo peor de todo es, en mi opinión, la perfección de los personajes metido en la trama, tal como decía antes. Se desprende en toda la novela una bondad caritativa hacia los personajes que peca de poco de real. No es que sea óbice para que la novela sea devorable y recomendable. Pero sí es obstáculo para ponerle la alta nota que antes de leerla yo, particularmente, esperaba.

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