Llego a este breve libro mediante la lectura de Mil Mesetas de Deleuze, también creo citada por Barthes. El volumen lo componen cuatro artículos sobre la novela. Uno de los cuales da título al libro.
No voy a recrearme excesivamente en ellos, de un modo fehaciente, y demarcado; creo que más bien el libro debe leerse de tirada, dejando entrar en uno mismo los comentarios, en mi opinión, de gran calado que la escritora francesa textualiza.
Me ha gustado sobre todo la crítica que Sarraute hace a la forma de diálogo de la novela clásica - una sensación que recorre toda su lectura es la reticencia a abandonar la novela en su muerte languida, que le lleva afectando desde hace años . Respecto a ello cita a Ivy Compton-Barnett, una autora a la que prometo acceder.
Me gusta también como defiende el monólogo interior contra aquellos - Maurice Blanchot por ejemplo - que lo oponen a un relato en tercera persona frívolo y de talante a-individualista. En oposición, y siendo plenamente consciente del fracaso modernista de Joyce y Proust [fracaso respecto a su lectura actual], Sarraute propone un proceso gradual de acceso al personaje. Evolución que tanto englobaría a Dostoievski como a Kafka, autores que siempre han sido retratados como opuestos entre sí. El psicologismo del escritor ruso, un triunfo vital para los enseres de los que Dostoievski disponía, tendría entre sus causas el encarnamiento de un contacto fuertemente deseado por el pueblo ruso. En tal tesitura, el extranjero de Camus se situaría más como un personaje vaciado más que vacío.
La defensa que hace de la novela como elementos artístico de primera potencia creo que da un aire fresco al agobio de un registro literario que en ocasiones cae en el más arcaico manierismo, aunque sea bajo apariencias tecnofílicas, y pretendidamente hodiernas.
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