Llegué a este libro gracias a la crítica positiva de la revista Quimera, en su sección el quirofano. (Desde aquí esgrimo una lanza a su favor y os la recomiendo).
No pienso releer de nuevo esa crítica; no deseo contaminar la mía propia.
Puedo decir que el libro me ha gustado mucho. La prosa es algo distinta a lo que se está acostumbrado, es una breve demostración de que otra forma de escritura en castellano es posible. La trama va ligada al quehacer diario de un hombre mayor que pierde el tren que lo ha dejado descansar en una estación mediocre de una ciudad segundona. Allí nuestro personaje se transforma en mendigo, a la espera de un tren que no llega.
Así poco a poco el interventor - nombre con el que se le conocerá en la ciudad a base de tanto preguntar por el interventor real aunque desconocido - entra en un bucle de existencia divagatoria. Se torna en un vagabundo que entra en contacto con personajes descalificados de la sociedad.
El libro es una gran espera, y la gracia de Hidalgo Bayal está en saber ver como son esos largos intervalos de tiempo. No quiero decir más de la trama, porque es un libro que cualquiera que lea esto (que son poquísimos o ninguno) debe leer.
Escribe Hidalgo Bayal : " Cuando se puede ir en cualquier dirección es como si se pudiera ir en ninguna, la libertad absoluta es una forma de prisión, porque quedarse es cautiverio e irse es obligación".
Realmente una frase que nos recuerda a Kant. Y critica duramente el consumo de ocio y turismo que invade nuestra sociedad. Retrata fielmente la marginalidad - que me haya gustato tanto quizá se deba a que es un tema que siempre me ha interesado - y lo hace en un tono que al principio aguarda para terminar por no esperar nada. Es una letanía que se acaba fundiendo en una temporalidad ajena a nuestra rutina.
He querido hacer de este texto una puerta de entrada.
Por cierto; el libro está editado en Tusquets. Y el blog del autor es www.bayal.blogspot.com
No pienso releer de nuevo esa crítica; no deseo contaminar la mía propia.
Puedo decir que el libro me ha gustado mucho. La prosa es algo distinta a lo que se está acostumbrado, es una breve demostración de que otra forma de escritura en castellano es posible. La trama va ligada al quehacer diario de un hombre mayor que pierde el tren que lo ha dejado descansar en una estación mediocre de una ciudad segundona. Allí nuestro personaje se transforma en mendigo, a la espera de un tren que no llega.
Así poco a poco el interventor - nombre con el que se le conocerá en la ciudad a base de tanto preguntar por el interventor real aunque desconocido - entra en un bucle de existencia divagatoria. Se torna en un vagabundo que entra en contacto con personajes descalificados de la sociedad.
El libro es una gran espera, y la gracia de Hidalgo Bayal está en saber ver como son esos largos intervalos de tiempo. No quiero decir más de la trama, porque es un libro que cualquiera que lea esto (que son poquísimos o ninguno) debe leer.
Escribe Hidalgo Bayal : " Cuando se puede ir en cualquier dirección es como si se pudiera ir en ninguna, la libertad absoluta es una forma de prisión, porque quedarse es cautiverio e irse es obligación".
Realmente una frase que nos recuerda a Kant. Y critica duramente el consumo de ocio y turismo que invade nuestra sociedad. Retrata fielmente la marginalidad - que me haya gustato tanto quizá se deba a que es un tema que siempre me ha interesado - y lo hace en un tono que al principio aguarda para terminar por no esperar nada. Es una letanía que se acaba fundiendo en una temporalidad ajena a nuestra rutina.
He querido hacer de este texto una puerta de entrada.
Por cierto; el libro está editado en Tusquets. Y el blog del autor es www.bayal.blogspot.com
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