lunes, 17 de diciembre de 2007

Baile de locas. Copi.


Lo de coger libros al libre tun-tun tiene cosas de chiste. Otro libro - esta vez de travestís - me ha llevado de nuevo a ambientes moñas, y esta vez sí, llenos de plumas y viejas vedettes. Es un libro breve, escrito en capítulos cortos en primera persona.
Tengo que decir que es una novela de chiste, eso está claro. Y la manera en la que el autor tiene de retroceder y avanzarse al tempo de relato hace que el lector sufra vaivenes que lo aturden, para lanzar al final un suspiro agradecido.
Dos partes bien diferenciadas: la segunda con mucho más ritmo que la primera, en la que crímenes ficticios y/o reales hunden al protagonista en una vorágine con tanta velocidad que es siempre acción y simple acción.
Quizá, y es algo que yo noto en muchos autores, demasiado snobismo, demasiado urbanismo; algo que en el fondo no es criticable en sí, ya que retrata fielmente la mentalidad de aquellos capaces tan sólo de saltar de capital en capital. (Siempre recordaré el comentario de una chica que decía que Barcelona era pequeña, algo que me dejó saturado de tanta urbanidad). Pero algo que en esta novela llega a un máximo esplendor: sólo parece existir París, Nueva York, Ibiza y Roma.
Repito que no me refiero exclusivamente a esta novela - está claro que una novela de travestís pega más en París que en Solsona - sino a cierto abandono del ámbito urbano medio y no digamos rural.
Y es curioso que la literatura fuente de diferencia no capte en ocasiones tal diversidad. Obviamente existe un exceso de literatura burguesa.
Nada más.

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