domingo, 9 de diciembre de 2007

La herida.



Hay momentos en los que callo y pienso. (No es que piense pocas veces sino que siempre se piensa hablando, aunque sea a uno mismo). Pero hay momentos en los que callo. Hay un silencio que me ahoga en una soledad triste, en una languidez histórica. Pienso en la herida de esta tierra, en el terruño o patria de Bloch: en la arcilla hecha herida, cortada por el bisturí de nuestra guerra.
La última vez me pasó en la plaza de la Paheria; donde se depositaban los cadáveres de los muertos en el bombardeo de Lleida, el 5 de noviembre de 1937 (la foto es de esa misma plaza). Ahora pasamos sobre las losas y nos preocupamos de subir el volumen del mp3 o de llegar corriendo, cada cual, a nuestros quehaceres.
Otras veces miro por la ventana en la biblioteca en la soledad del silencio y los libros. Y entra en mí una poderosa tristeza. Y vislumbro la debilidad de la letra y la fuerza del poder afásico, analfabeta urdimbre de relaciones basadas en el poder. Schiller soñó que se encontraba ante Dios y éste le daba a elegir entre La Verdad y la Búsqueda de la Verdad. El poeta escogió la búsqueda. Pienso en Gracián y en la soledad del docto. Darse cuenta de que la razón es violenta a uno le amarga. Cuando te das cuenta de que el querer tener razón es la causa de la misma violencia: porque la misma razón es violencia; al menos la razón que muchos conciben.
Miro la calle alumbrada y la biblioteca a mi espalda está vacía. Observo las fotocopias del libro de Foucault que acabo de terminar. Miro los carteles de los independentistas; el cartel de Rajoy; todos hablan, escriben: mientras Foucault, Kant, Nietzsche, Adorno, Marcusse, Horkheimer, Jameson... mientras todos ellos callan. Por eso odio esa herida, esa guerra y el silencio en el que nos hundió y aún nos hunde. Observo a la gente joven - a nosotros mismos - y veo su influencia. Su influencia muda. Porque las dos españas quieren tener razón. Y lo peor es que seguramente la tienen. Cada cual la suya. Este no es un artículo filosófico; no está pensado, no está esquematizado. Su valor radica en ser un borbotón de tristeza. Machado escribió: 'españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos españas te ha helado el corazón'.Cuando tengo esos silencios me siento helado. Olvidar la guerra es la mejor manera de hacerla presente. Estoy harto de la individualización que no es más que normalización y que Foucault tanto se esforzó en demostrar. Cuanto más singulares nos parecemos más mediocres somos. Es la 'normalización'.

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